viernes, 19 de octubre de 2012

Aviones y Golondrinas sobre la calle de cartón

En verano, el calor acecha en la calle de cartón. Es un predador paciente que aguarda en las losas grises del suelo, los ladrillos gastados de las casas y los alcorques de los árboles que sobreviven lastimosamente en la calle de cartón.
En verano, el aire quieto de la tarde se espesa hasta convertirse en una masa pastosa que atrapa los pasos del viandante que se aventura a la monotonía de las primeras horas de la tarde.
En verano, a las cinco, todos los días tenía que atravesar la calle de cartón. Como un trámite, como esa rutina que te agobia mucho antes de llevarla a cabo; con aburrimiento, con enojo, con desesperanza.
Un día, una tarde igual que las otras, unos trinos exigentes, una mirada hacia arriba, un pajarillo volando y un nido en lo alto de un balcón, cuatro pollitos asomándose a los bordes de la taza de barro que pedían su ración, impacientes, glorosiamente vivos en ese calor asfixiante. Y la calle de cartón empezó a tomar color.
Otro día, unas fotos, muchos nidos en la calle, de dos tipos distintos, las tazas a veces eran totalmente abiertas y dejaban ver cinco o seis polluelos voraces; a veces cerradas hasta arriba salvo un pequeño agujero por el que sólo podían asomar a la vez dos cabecillas. Los pájaros negros pero unos tenían un babero rojo y otros una mancha blanca nítida como un alzacuellos fuera de lugar, en la base de la cola. Unos cantaban con empeño, una canción que subía y bajaba de notas y que se alargaba reclamando espacio y tiempo; los otros parecían una pedorreta corta, más tímida, una llamada que sólo va dirigida a los conocidos.
Unos eran golondrinas. Los otros eran aviones.

Las golondrinas se dejan ver en sus nidos de taza abierta

Los aviones prefieren nidos más resguardados pero dentro también se pueden apelotonar seis polluelos
Todos los días sobrevolando la calle de cartón. Todos los días alimentando a sus pollos. Todos los días haciéndome sentir bien en mi recorrido de las cinco de la tarde.

Los pájaros hacían su vida de pájaros sin prestar atención a mis complicaciones vitales. En pleno verano las golondrinas volaban con destreza, cruzando la calle a baja altura hasta pillar algún insecto, luego remontaban rápidas, un picar de alas, giraban en el aire con una facilidad pasmosa y se volvían a lanzar. De tanto en tanto volvían al nido a cebar a su prole de pollos tragones. Para las golondrinas el aire se hace agua, y el vuelo el nadar, hundirse, bucear, remontar y saltar sobre olas de viento; son delfines con plumas.
Los aviones pretendían ser mucho más discretos, no surfeaban a ras de suelo como sus primas, lo suyo era más bien una subida rápida y corta, una captura certera, un vuelo al nido, un chisporroteo bajo para llamar a los pollo, tal vez posarse en un cable cerca del nido, y vuelta a empezar.
El aviso de un nido de estos insectívoros es un montón de excrementos en el suelo
Los pollos en formación esperando la ceba

Los aviones también aguardan la ceba, pero de forma mucho más ordenada
Cuando los pollos eran pequeños volantones que seguían a sus padres, las golondrinas volvían a mostrarse sin timidez, se posaban en los cables de teléfono, cantaban con descaro, se llamaban unas a otras.
Los aviones también seguían a sus padres, pero procurando no llamar la atención; si se daban cuenta de que les estabas observando se desvanecían hacia el nido o hacia las nubes, con sus prrriprriprrrri apurado, hasta tener la confianza de estar fuera de la vista.

En las tardes de agosto, además, nubes de vencejos sobrevolaban también la calle. Estos eran como una ola que viene y va, se forma y se desvanece; con sus llamadas guturales que a veces podían recordar a buitres chirriando. Los vencejos envolvían el cielo, se apoderaban de él, pero más abajo proseguía la rutina de los aviones y golondrinas.
Nidos de barro,boqueras y restos de excrementos. Son pollos de golondrina
Cuando septiembre ya quiere otoñar, y los vencejos sólo pasan atraviesan solitarios y veloces el aire  por encima de la calle de cartón, las familias de aviones y golondrinas se vuelven más bulliciosas, más gregarias, se juntan sobre los cables, se apiñan, empezaban a formar bandos que salen al campo a cazar todos esos mosquitos del maiz. Al poco, y con calma, durante más de un mes, van migrando, y dejan vacía de estos insectívoros negros y preciosos la calle de cartón. Es el momento preferido por los gorriones para ocupar sus nidos, tienen predilección por los de los aviones.
Así hasta el año siguiente, salvo por unos pocos jovenzuelos que todavían apuran el otoño y los mosquitos en los maizales.

Así me he acostumbrado yo a pasear mirando por la calle de cartón, a celebrar los veranos de calor y a extrañarlos en estos días de octubre.






Video de Youtube con una licencia estándar, subido por el 16/04/2010
Las golondrinas, descansan en los cables y dejan oir sus trinos.



Video de Youtube con una licencia estándar subido por el 12/07/2010
Canto y fotos del avión común (delichon urbica).
Sonido e imágenes cortesía del administrador y los colaboradores de http://www.pajaricos.es y http://www.worldbirder.com






Recomiendo visitar  http://www.pajaricos.es , donde se describen con un lenguaje precioso las características y los hábitos de estos dos hirúndidos.

2 comentarios:

  1. Excelente cobertura sobre estos nidos ,desconozco totalmente esos vuelos emblematicos de cada especie ,debe ser fascinante seguir el progreso de los polluelos y sus timidos vuelos sobre las calles de carton.No faltes a tu cita de las cinco.Saludos

    ResponderEliminar
  2. Son como primos muy parecidos pero cada uno tiene su forma de cazar insectos. Las golondrinas son pequños camicazes, a veces parece que se quieren meter entre las ruedas de los coches, los aviones son más señoritos. Pero en Venezuela teneis un tesoro de aves, es espectacular, algún día :) me gustaría conocerla. Muchas gracias por tu visita DeLaVega, es un verdadero placer :).

    ResponderEliminar